domingo, 1 de agosto de 2010

"Hay que tener, lo que hay que tener"

Hay que tener, lo que hay que tener

Yo, estaba leyendo un artículo médico cuando mi hijo Tomás se acercó y me pregunto-
-¿Papá, vos sos un héroe?
-¿Por qué me preguntas eso?
-Porque en la tele, una señora dijo: que los doctores que trabajan en los hospitales son verdaderos héroes.
-Los héroes están en los dibujos que vos miras, yo sólo soy tú papá. Dame un beso grande y anda a jugar.
-Es que yo me imaginé que vos llegabas al hospital con una espada mágica y curabas a todos los chicos.

Tomás salió corriendo, mientras en el dintel de la puerta estaba parada Elena, quien había escuchado todo.

-¡Qué imaginación tiene nuestro hijo!
-¿Te parece? Ojalá yo fuera un héroe, solucionaría tantas cosas, pero bueno, hago lo que puedo.
-¿Tan mal están las cosas en el hospital?
-Cada vez peor, los chicos se nos están muriendo en nuestras narices y no podemos hacer nada. Sin medicamentos es imposible trabajar y para colmo al darles el alta, se van a sus casas, donde no tienen calefacción ni agua potable, por lo tanto es imposible que puedan salir adelante. En la universidad nos tendrían que enseñar, lo que tenemos que hacer cuando no hay medicamentos ni infraestructura para atender los casos que nos llegan. Parece que en los libros se saltearon una parte.
-Bueno no te pongas mal. Andá descansa un poco que lo necesitás.
-Sí, tenes razón, es que falta personal y muchos estamos trabajando doble turno, dicen que pronto se va arreglar, pero viste… Hace mucho tiempo que estamos igual.

Elena se fue a preparar la cena y Darío se recostó en el sillón de la sala, mientras leía un libro. Después de cenar, se acostó enseguida, pues debía levantarse temprano. Cerca de las cinco de la madrugada sonó el teléfono, atendió; eran del hospital, lo llamaban con urgencia. Se levantó como un rayo y salió de prisa. Afuera llovía a cántaros.
Cuando llegó, la situación era verdaderamente grave, dos micros habían chocado de frente, los heridos no paraban de llegar.
Una señora, lloraba por su hijo:


-¡Sálvelo doctor, salve a mi niño!
-Quédese tranquila, que vamos a hacer lo imposible para que su hijo se ponga bien.
Yo sabía que esas eran sólo palabras, porque él niño estaba realmente grave. Luego de unas horas, salí a dar la cruel noticia. El momento fue tan duro y tan doloroso que las lágrimas me corrieron por las mejillas y abracé a esa madre que sufría, como para tratar de consolarla.

El Director del hospital me vio al pasar y frunció el ceño.
Luego de un rato, me encontraba golpeando la puerta de su despacho, con su voz gruesa me dijo:
-Pase doctor Bermúdez. Tome asiento. Se preguntará por que lo hice llamar, lo vi hace un rato abrazando a esa señora…
-Es que a la pobre se le murió el hijo, yo trataba de consolarla.
-Lo entiendo, pero debe dejar el sentimentalismo de lado, porque si nosotros nos caemos, se cae todo.
-Es que yo…
-Mire Bermúdez, para trabajar acá, hay que tener lo que hay que tener. Las reglas son así, yo también fui joven y quería salvar al mundo entero, pero cuando uno se da cuenta de que es imposible ¡la caída es muy fuerte mi viejo! un día me va agradecer esta charla, ahora vaya a su casa y descanse le hace falta, que hace como doce horas que está acá.


Darío se fue y al cerrar la puerta el director, pensó para sus adentros:
Cuando él tenga mí edad, verá que tengo razón; el camino es largo, pero vale la pena.
Unos días después, llegaron nuevos médicos, que se incorporaron inmediatamente, entonces nuevamente el director llamó a Darío y le dijo:


-Se está organizando una comisión de médicos destinada al Norte de País, que organiza La Universidad de Medicina, será por tres meses, luego se mandará a otro grupo, lo recomendé para ser él coordinador.
-Gracias por pensar en mí
-Lo hice para que vea que allá están mucho peor que acá, no me conteste ahora, pero tiene hasta mañana sino, nombraran a otro. Esto le puede servir mucho a su carrera.
Al llegar a casa, le comenté a Elena la propuesta:
-¿Qué te parece?
-Hace lo que sientas. Vos sabés que contás con mí apoyo incondicional.
-Entonces: voy a aceptar.

No fue fácil llegar a destino. El viaje fue largo y agotador. En aquel lugar tan alejado nos recibieron con los brazos abiertos, solo había dos médicos y dos enfermeras, que hacían las veces de asistentes, cocineras y lavanderas.
Las carencias eran muchas, llevamos medicamentos, ropa de cama para el hospital, y alimentos no perecederos. Todo fue bien recibido.
Había casos de desnutrición y tuberculosis, es que los que viven lejos no tienen los medios como para llegar rápido y además el viaje al hospital les lleva varios días y para cuando llegan están tan avanzados que poco se puede hacer por ellos.
Ahí me di cuenta que lo que me había dicho él Director era verdad, para ser médico “Hay que Tener, lo que Hay que Tener” y fue cuando sentí que no quería volver, que allí hacía más falta que en la ciudad. Cuando se cumplieron los tres meses, por intermedio de mí Director conseguí un nombramiento y me quedé.
Viajaba en mula una vez por mes a los lugares más alejados, ya que a algunas personas mayores les era imposible recorrer el largo camino hasta el hospital. Así conocí a Rosendo y a su familia, cuyos hijos sufrían de desnutrición aguda y ya habían perdido dos el año anterior. Para ellos la muerte era algo tan normal que ya estaban resignados. Hice lo imposible hasta lograr sacarlos adelante y luego de muchos viajes, pude convencerlos de que la mejor opción, era ser atendidos en un lugar adecuado.
Cada viaje significaba un reto nuevo, pues no sabía con que me iba a encontrar.
Una vez llegué a un paraje donde una mujer estaba dando a luz, sin ayuda alguna, inmediatamente puse manos a lo que tenía a mí alcance para atenderla y para colmo el parto se complicó, pero pude salvar al bebé y a la madre. De no haber llegado a tiempo, los dos hubiesen muerto.

Después de quince años, sigo agradecido con mí Director, por haberme enviado acá. Comprendí que el mundo no termina en La General Paz, y que donde estoy, todavía hacen falta médicos. Si vos sos uno, dale, hacé las valijas porque…
¡Siempre hay lugar para alguien más!

FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario