domingo, 30 de diciembre de 2012

Biografía completa hasta 2013



La escritora cordobesa Laura Carina Quinteros, nació en Cruz Alta el 21 de Febrero (1972).
 En la actualidad reside junto a su familia en: Los Surgentes pueblo del sudeste Cordobés.-
En el (2008) asistió al Taller Literario Municipal “Manantial de Sueños” donde comenzó a escribir sus cuentos.

 Durante el (2009) participó en un concurso literario, donde tres de sus trabajos fueron seleccionados para formar parte de una antología: “Letras Argentinas de Hoy 2009” y en el mismo año, decide publicar su primer libro “Cuentos Que Surgen” con 25 historias diferentes.

En junio del 2010 participó de la 1º Convocatoria de cuentos para el Blog: “Letras Sueltas-Expresión Urbana Premio Internacional. Donde fue seleccionada por:
 Escritores de Cali como merecedora del Primer Lugar con el cuento “Renato enamorado”

En junio del  2010 publico su segunda obra “Lo que trajo el Carcarañá” con 22 cuentos y en septiembre del mismo año asistió:

IV Encuentro Nacional de Narradores y Poetas “Unidos por las letras”
- Bialet Massé (Córdoba) donde tuvo la oportunidad de presentar dicha obra y en esa ocasión conformó la antología “Unidos por las Letras” con el cuento “Ella”.

En  el 2011 conformo la antología cooperativa
“Continuidad de las voces Argentinas 2011” (Editorial de Los Cuatro Vientos)
Y participo de la Selección de textos de editorial Dunken donde fue seleccionada por la escritora María Rosa Mutti  para conformar el libro “Acaso la vida”

En  Setiembre de 2012 presento Eureka, Revista Literaria con el apoyo de la Dirección de Cultura y Educación de la Municipalidad de Los Surgentes. Ésta nace ante la necesidad de dar a conocer textos de escritores de Los Surgentes (Córdoba)  y la región. Junto al Instante Poético, a través de la red social Facebook y en forma presencial en el Taller Literario Municipal “Manantial de Sueños” dependiente de la Municipalidad de Los Surgentes.

En el mismo año 2012 participo de la Antología Bilingüe III Letras sobre Papel – Letters on Paper, Editorial De Los Cuatro Vientos; donde un cuento de su autoría salió publicado en dicha antología: “Vendedora de ilusiones”

En la actualidad (2013) coordina el Taller Literario “Manantial de Sueños” Y “El instante Poético (Facebook)

Y presentó la segunda edición de la Revista Literaria EUREKA, con el apoyo de la

Dirección de Cultura y Educación de la Municipalidad de Los Surgentes.

martes, 3 de abril de 2012

El retrato


Hace mucho tiempo te vi y parecías un ángel con tu vestido blanco, las manos enguantadas, la sonrisa fresca eras todo lo que había soñado. Te sentaste en el suelo e inmortalizamos el momento, tu figura frágil y tu mirada de ensueños, yo podía saber lo que pensabas con solo mirarte y decirte te quiero.

Con los años vinieron los hijos, cada uno de ellos nos trajo esperanzas de un mundo nuevo, nunca nos olvidamos de darles amor y regalarles sueños. Un paso cada vez, una pared y otra pared, se agrando la casa y se renovaron las fotos, las nuestras se guardaron en un cajón y luego a la pieza del fondo.

Llegaron los nietos la alegría fue mucha, la casa se lleno otra vez de juguetes y baberos, yo al verte acunar a los niños deseaba tener algunos años menos. Ya casi cincuenta de que nos casamos y tu siempre la misma, con la sonrisa fresca y la mirada de ensueños.

Busque en que ocupar mi tiempo y revolviendo para encontrar unas herramientas encontré tu foto y llore en silencio. Restaure el marco que estaba viejo, le ate un moño y la guarde en secreto.

Aquel día vos estabas en la cocina entre y te abrace como antes, como hacía mucho que no lo hacía y me dijiste -¡Loco! Y yo te bese como ayer cuando éramos jóvenes y corríamos inquietos.

Te entregue el retrato y te dije ¡Feliz aniversario! Sobraron las palabras, los dos sentimos que no había pasado el tiempo, nuestros cuerpos se veían viejos pero nuestro amor era eterno.

viernes, 19 de agosto de 2011

Frases de Laura Quinteros















"Entre las sombras de tus recuerdos 
seguro encontraras alguno feliz.
Que no te duela recordar"




"Y me fui a trabajar tarareando bajito por las calles de mi pueblo, con un dulce sabor en los labios, que me dejaron mis hijos al despedirme"

"Locos los enamorados, locos los poetas, locos los que dicen la verdad ¿Quién es el cuerdo?"

"La oscuridad fluye, contamina y  se trepa por las paredes de mi alma. Lucho, me defiendo, busco una salida y a lo lejos escucho tu voz...
Me he salvado, me acurruco, te abrazo y me vuelvo a dormir"

"Vivo cultivando el jardín de las palabras"

"Un libro nuevo siempre es un desafío"

"Luchar contra vientos y mareas de hojas en blanco y conquistarlas es el mejor logro que un escritor puede tener"


"Tengo el corazón lleno de esperanzas... Levanto mis manos y toco el cielo allí donde tu estas, despacio sin prisa que un día llegara el momento del reencuentro"


"En lo absurdo a veces encontramos lo más coherente"

"Tengo un sueño... ¿Quién quiere soñar conmigo?"

"Hice de la escritura una forma de vida"

"Para los que están triste arriba el ánimo, para los que están felices compartan la felicidad y para aquellos que están solos no se queden en casa, busquen la compañía de un amigo"

"El que se fue, no se ha ido realmente, nos ha dejado sus libros y si un ser humano puede dejar tanto a la humanidad quiere decir que ha valido la pena su paso por este mundo"

"Cuando los años pasen y la soledad sea tu única compañera, comprenderás que aquel te amo era verdadero"

"Cuando por casualidad te encuentres con mi mirada, veras el amor que dejaste olvidado"

"Vuela alto no tengas miedo y si por alguna razón temes fracasar, piensa que si no lo intentas la duda te quedara para siempre"

"Cuando me acuesto tengo las mejores ideas, las cuales olvido al levantarme"

"Cada vez que vos y yo vemos el sol esa es la mejor señal de que estamos vivos para seguir sonriendo"



Todos los seres humanos tenemos metas, esa es la fuerza interior que nos permite seguir adelante.


"La palabra cada vez va perdiendo más la utilidad para la que fue creada, las acciones violentas han suplantado a la palabra, los gritos se han llevado la música de los poemas. Quedan pocos locos que seguimos utilizando la palabra como medio de comunicar el estado del alma y el corazón"

lunes, 18 de julio de 2011

Mujeres.com


Cuando una mujer se casa significa que va a compartir su vida con el hombre que ama, con quien formara una familia llena de alegrías, con momentos buenos y malos y donde la confianza debería ser en todos los casos la base del matrimonio.

Pero cuando el tiempo pasa lo lindo se transforma en feo, lo amable pasa a ser:

-¡Quiero comer, dale apurate!- y vos te atragantas con la comida de la bronca que te da vivir esa situación.

Un día el flaco te dice-

-Esta noche tengo un asado con mis amigos y no se a que hora voy a volver-…

Si te enojas te dicen que sos una mala esposa, que no entendes que él tiene derecho a salir, porque trabaja todo el día, que está cansado y que necesita despejarse un poco.

—Sí, mi amor- deberíamos decir nosotras —anda tranquilo, que yo me quedo con los chicos- ¡Si total hoy fue un día fabuloso! El más chicos se peleo en la escuela, tuve que ir y la directora me dio un sermón como si yo fuera una mala madre. La niñera llego tarde por eso perdí el colectivo y tuve que tomar un remis que me salió un ojo de la cara. ¡Esta todo tan bien que creo que esta noche voy a tejer una bufanda y voy a cocinar para toda la semana!

¿Pero los hombres que se creen que nosotras estamos todo el día pintándonos las uñas? Déjense de joder y si necesitan una sirvienta, niñera y una amante cómprense una muñeca inflable.

¿Para qué se casan? Cómprense un robot y listo. O mejor aún no se casen, sigan viviendo con mamita y cada tanto páguenle a una turra que les sirva de distracción.

Cuando una se casa cree que el príncipe azul llego a nuestras vidas y todo va a ser color de rosa. Pasan los años, el príncipe se convierte en sapo, el rosa se pone negro, los chicos lloran, se te llena la casa de ropa sucia, y hasta que te tenes que comer el garrón del siglo cuando tu marido te mete los cuernos y la respuesta que suelen utilizar es:

· Vos no me atendes

· Antes te arreglabas mas

· Casi nunca hacemos el amor

· Y así hasta el infinito….

Déjate de joder y anda a vivir a marte, a ver si te encontras con una extraterrestre que te aguantes las locuras que tenes.

¡Chicas arriba los corazones! que la vida no se termina cuando nos casamos, tenemos los mismos derechos que ellos, lo que pasa es que fuimos criadas en una sociedad machista donde el hombre siempre tiene la razón.

Donde las madres de antaño se aguantaban todo y rara vez abrían la boca para contradecir al patriarca, al macho, el que traía el mango a casa. Que se casaban en matrimonios arreglados de antemano, que muchas de ellas no conocieron nunca la pasión y hasta algunas se murieron sin saber lo que era el orgasmo.

Nos han estafado por el solo hecho de ser mujeres. Las mujeres de antes no podían salir solas, ni estudiar, y mucho menos hablar de libertad. Venimos arrastrando una carga tan cruel. Las mujeres se morían a dar a luz su séptimo hijo, porque antes no era como ahora que tenían uno solo y se ligaban las trompas. Tenían hijos hasta que se morían pariendo, después de haber trabajado todo el día en el campo.

Ya sé que algunos van a salir a hablar y decir, que ahora las mujeres vivimos otra realidad, donde estamos rodeadas de electrodomésticos, que tenemos más comodidades que antes, eso no lo vamos a discutir; claro que no. Pero estamos viviendo la realidad que vemos y tocamos a diario, cada vez más divorcios, hijos desperdigados, padres ausentes, familias ensambladas. Donde los chicos pierden el hilo de quienes son en realidad.

La mujeres salen a trabaja todo el día, los chicos se crían con los abuelos, o con las niñeras o algunos se quedan solos en casa y pasan horas frente a la computadora sin supervisión o peor aun andan en la calle donde no aprenden nada bueno.

Hay que ponerle ganas al matrimonio, que tiene que ser de a dos: tomar decisiones, compartir las tareas y el cuidado de los chicos, pasar tiempo juntos como familia y responder a los cánones sociales. Tener un trabajo y ganar un sueldo digno que nos permita acceder a una casa y a todas laa comodidades que merece tener una familia.

Por eso chicas el matrimonio es una institución que hay que volver a reconstituir en la sociedad, hay que casarse pero bajo las nuevas normas de convivencia.

Felices los que todavía creen en el amor y se casan bajo los designios de Dios.

¡Pero ay de aquel que ose irse a comer asado un viernes a la noche, por que arde Troya!

Laura Quinteros

domingo, 17 de octubre de 2010

Calamidades


Yo era una joven en edad de casarme. Vivíamos una vida tranquila rodeada de comodidades. Mi padre trabajaba en un banco, mi madre cuidaba de la casa y mi hermano estaba en el ejército.

Íbamos a la iglesia y por las tardes bordábamos con ella, mientras tomábamos el té; a veces venían mis amigas o las de mi mamá, así las tardes se hacían entretenidas. También asistíamos a alguna fiesta que ofrecían los amigos de mi padre, porque era el mejor lugar para encontrar marido.

Mi vida era alegre y siempre había gozado de muy buena salud, pero de un día para otro empecé a sufrir una serie de desmayos. Me ponía blanca como un papel y fría como la noche. Los médicos no podían encontrar la causa de mi mal. Dejé de asistir a las fiestas porque había tenido varios desmayos en público, y las señoras de sociedad comenzaron a murmurar por lo bajo, decían: que lo que tenía podía ser contagioso. Cuando salía a caminar, las personas bajaban a la calle, nadie quería tenerme cerca y hasta en la iglesia se alejaban de mí.

Mis amigas dejaron de visitarme, sólo mi Nana me acompañaba y mi madre no hacía más que llorar.

A causa de mi enfermedad mi padre perdió el empleo, por eso comenzó a beber día y noche. Mi hermano partió a la guerra donde murió tiempo después. Mi familia estaba envuelta en un manto de desgracias.

Pasaba días y días en la cama como muerta, estaba muy débil; en mi casa reinaba el silencio y la amargura.

Una mañana, no sé como pero desperté con buen semblante, mi Nana me puso un vestido rosa con tules y moños blancos y me sacó al jardín. La mañana era de lo más agradable, estuve un rato contemplando las flores de la primavera y escuchando el canto de los pájaros. No me acuerdo de qué estábamos hablando con mi Nana, porque de pronto me quedé en silencio sin poder terminar la frase. No pudieron despertarme, todo intento fue inútil ¿Estaba muerta?

Se organizó el funeral, pero nadie asistió, el cortejo fue de lo más triste, sólo me acompañaron mis padres y mi Nana, ni los sirvientes fueron, ya que habían huido hacía tiempo. Decían que la casa estaba embrujada por eso me había enfermado.

Ni el sepulturero quiso enterrarme por lo que mi ataúd quedó a la intemperie durante la noche.

Estaba encerrada en esa caja fría y fue donde desperté. Abrí los ojos, estaba oscuro y entré en pánico, al darme cuenta de mi situación, ya que este siempre había sido mi miedo más profundo, el que me enterraran viva. Traté de salir y lo logré, la tapa estaba abierta, seguro que por miedo a contagiarse ni siquiera se tomaron el trabajo de sellarla. El aire fresco me dio en el rostro, empecé a temblar y todavía llevaba el vestido rosa.

Quería caminar, pero hacía unos pasos y me caía, me senté un momento y traté de aclarar mi mente. Me habían dado por muerta y si volvía mi madre se moriría del susto y las demás persona creerían que era cosa del diablo o algo peor y podrían perseguirme a mí y a mí familia hasta darnos muerte. También pensé que podía ocultarme en el ático hasta sentirme con más fuerzas y así poder irme hacia algún lugar donde nadie me conociera.

Por fin, logré llegar a mí casa. Rodeé la entrada y entré con sigilo, e inmediatamente subí al ático. No podía creer lo que me estaba pasando, me recosté en un sillón viejo y creo que:

-¿Me quedé dormida?

Me encontré en una ciudad, como yo no había visto nunca. Las calles eran de color dorado, los carruajes parecían que flotaban y los caballos estaban ataviados con adornos brillantes, la gente se veía feliz y yo me sentía como rejuvenecida, parecía que todo mi mal había desaparecido. Me senté en un banco y unos niños se acercaron cantando, uno de ellos me dio un beso y se fue con los demás. Luego una mujer me regaló una rosa, tan rosa como mi vestido el cual parecía recién lavado, el perfume me invadió y me sentí feliz…

Me desperté. No sé cuanto tiempo había pasado, baje del ático y al escuchar voces me escondí, no quería que mi madre me viera, pero no era la voz de ella. Me asomé un poquito y vi a dos hombres. Hice silencio pues quería saber que hacían en mí casa:

-Se la dejo a buen precio, no va encontrar otro lugar como este.

-No sé si es lo que estoy buscando, teniendo en cuenta los acontecimientos aquí ocurridos, me parece que usted pide demasiado.

-Pero si total usted va a derrumbar todo, para hacer algo totalmente nuevo.

Yo no daba crédito a lo que escuchaba, mis padres iban a vender la casa, la casa donde crecimos con mi hermano, donde habíamos sido tan felices, bueno hasta mi enfermedad. Quería decirles que no estaba en venta, pero no podía dejar que me vieran y lo que escuché a continuación desearía no haberlo escuchado jamás:

-Sí, tiene usted razón, pero a mí esposa le da un poco de miedo.

-No debe hacer caso a las habladurías de la gente.

-Es que dicen que la joven vestida de rosa hace más de treinta años que aparece en esta casa.

-Pero no, nada que de eso es verdad, vamos a tomar un café y llegaremos a un acuerdo.

Fue entonces cuando descubrí la verdad, mi vestido rosa era la prueba.

FIN

Laura Quinteros

22/10/2008

domingo, 12 de septiembre de 2010

El cuento y sus raíces





Cuento, narración breve, oral o escrita, de un suceso real o imaginario. Aparece en él un reducido número de personajes que participan en una sola acción con un solo foco temático. Su finalidad es provocar en el lector una única respuesta emocional. La novela, por el contrario, presenta un mayor número de personajes, más desarrollados a través de distintas historias interrelacionadas, y evoca múltiples reacciones emocionales.

La evolución histórica del cuento es más difícil de fijar que la de la mayoría de los géneros literarios. Originariamente, el cuento es una de las formas más antiguas de literatura popular de transmisión oral. El término se emplea a menudo para designar diversos tipos de narraciones breves, como el relato fantástico, el cuento infantil o el cuento folclórico o tradicional. Entre los autores universales de cuentos infantiles figuran Perrault, los hermanos Grimm y Andersen, creadores y refundidores de historias imperecederas desde Caperucita Roja a Pulgarcito, Blancanieves, Barba Azul o La Cenicienta.

Durante la edad media se escriben en Europa occidental numerosos relatos de tema y estilos diversos. Los romances de caballeros, en prosa o en verso, fueron muy populares en Francia. El poeta inglés Geoffrey Chaucer y el italiano Giovanni Boccaccio conservaron y desarrollaron lo mejor de la tradición antigua y medieval en sus variadas historias escritas en prosa y verso: fábulas, epopeyas de animales, ejemplos (cuentos de carácter didáctico-religioso), romances, fabliaux (cuentos eróticos y de aventuras) y leyendas. Los Cuentos de Canterbury de Chaucer, El conde Lucanor del infante don Juan Manuel y el Decamerón de Boccaccio, que figuran entre lo más destacado del género, están claramente inspirados en Las mil y una noches.

En obras como Las mil y una noches, el Decamerón y el Heptamerón se reafirma el significado de la palabra ‘cuento’ desde el punto de vista etimológico: computum, cómputo. Cada noche, por espacio de mil y una, Scheherazade se salva de morir a manos de su marido, el sultán, contándole apasionantes cuentos recogidos de diversas culturas. La influencia de esta obra fue decisiva para el desarrollo posterior del género en Europa. Un cuento sucede a otro en un proceso acumulativo que difiere la llegada de la muerte (Las mil y una noches) o evita enfrentarse con la realidad de la peste que asola a Florencia (Decamerón). Proceso semejante, aunque distante, es el que se cumple en las ruedas de amigos contando chistes (considerado, por otra parte, otra forma del relato breve). El mundo de la ficción narrada permite separarse por un tiempo de los azares de la vida cotidiana.

Siglo XIX

El cuento tal como lo conocemos hoy alcanza su madurez a lo largo del siglo XIX en las numerosas publicaciones aparecidas en las revistas literarias, que a menudo reflejan las principales modas de la época. Durante el romanticismo destacan los relatos de Heinrich von Kleist y E.T.A. Hoffmann en Alemania; Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne en Estados Unidos, y Nikolái Gógol en Rusia. El realismo florece en Francia durante la década de 1830 y hacia finales del siglo desemboca en el naturalismo, basado en la posibilidad de predecir científicamente las acciones y reacciones humanas. Otras influencias estilísticas dignas de mención en el relato del siglo XIX son el simbolismo y el regionalismo

Estados Unidos

Hasta la llegada del siglo XIX el cuento tiene como elemento principal la narración de determinados acontecimientos. A partir de este momento, los escritores se interesan más por las motivaciones de los personajes que por los propios sucesos. Simultáneamente, su atención se dirige hacia una economía narrativa: estructuración elaborada de los hechos, exclusión de todo material secundario, control estricto del punto de vista y concisión. Edgar Allan Poe fue el primer escritor que definió de este modo el relato y demostró su teoría artística en algunos de sus propios cuentos, manipulando el escenario, los personajes y los diálogos para crear inexorablemente en el lector el estado de ánimo propicio para el crimen perfecto. La brevedad y la necesidad de condensación recomendadas en principio para el cuento demuestran su parentesco con la poesía. Prueba de ello es que la Filosofía de la composición de Poe parte del análisis de su poema “El cuervo”: los rasgos apuntados en el texto se convirtieron en la base teórica para la caracterización del cuento, tal como se lo entiende actualmente. Los cuentos de Hawthorne, por su parte, ponían seriamente a prueba el carácter y la importancia moral de los hechos, ofreciendo una descripción ambigua de su realidad física.

Henry James, uno de los principales maestros del género, cuya influencia se deja sentir en varias generaciones de narradores, destacó la importancia de una “inteligencia central” para configurar y filtrar los elementos del relato. En algunos de sus relatos James se sirve del narrador para transmitir una sensación de proximidad y realismo psicológico, mientras que en otros, como “El fajo de cartas”, experimenta con el punto de vista para presentar la historia a través de una serie de cartas escritas por seis personas que viven en una pensión francesa.

Alemania

El relato heredero de la novella italiana se desarrolló en Alemania con autores como Hoffmann, Kleist y Theodor Storm. La novella se centra en un único acontecimiento de carácter extraordinario que afecta a uno o más personajes y concluye de manera sorprendente a partir de un giro significativo en la historia.

Rusia

Durante la primera mitad del siglo XIX los cuentos rusos se ocupan de hechos fantásticos o sobrenaturales, y abundan en ellos, como en otras literaturas europeas, los relatos de fantasmas, apariciones y seres de otros mundos. Posteriormente se desarrolló una corriente realista que analizaba los pensamientos y emociones del ser humano o criticaba la sociedad de su época. Entre los principales autores del género cabe citar a Lérmontov, Turguéniev, Tolstói y Chéjov. Gógol influyó en el desarrollo posterior del género al fundir el sueño y la realidad en El abrigo, la historia de un insignificante oficinista que se derrumba psicológicamente cuando le roban su abrigo nuevo y más tarde regresa de entre los muertos convertido en fantasma con el propósito de hacer justicia. La influencia de Gógol se observa en El cocodrilo de Dostoievski, donde un funcionario es devorado por un cocodrilo y comienza a desarrollar sus teorías económicas desde el vientre del animal. Los relatos realistas de Tólstoi se inscriben en una línea diferente dentro de la ficción rusa. Así, por ejemplo, en La muerte de Ivan Illich analiza los pensamientos y emociones de un hombre a punto de morir, al tiempo que critica la frivolidad de la familia y amigos, que se niegan a afrontar la realidad de la muerte. Pero, sin duda, el maestro de la ironía fue Chéjov. Para Chéjov el personaje es más importante que la trama. En El ataque al corazón un cochero intenta transmitir a sus pasajeros el dolor que siente ante la muerte de su hijo, pero el único que le escucha es su caballo. En Vania un niño escribe a su abuelo pidiéndole que lo rescate de sus duras condiciones de vida, pero envía la carta sin la dirección correcta y sin sello.

Francia

Durante el siglo XIX Honoré de Balzac y Gustave Flaubert, más conocidos por sus novelas, escribieron también cuentos que gozaron de un amplio y merecido reconocimiento. Prosper Mérimée, por su parte, puso todo su talento al servicio del relato. Pese al estilo desafectado y fluido de sus obras maestras (Colomba o Carmen), Mérimée logra expresar la pasión en toda su fuerza. El maestro del relato naturalista en Francia fue Guy de Maupassant, autor de más de 300 cuentos en los que pone de manifiesto su talento para encontrar un perfecto equilibrio entre la economía y la estructura formal del relato. Tomados en conjunto, sus relatos ofrecen una detallada descripción de la sociedad francesa de finales del siglo XIX.

Siglo xx

A partir de 1900 se ha publicado una enorme cantidad de cuentos en casi todas las lenguas. Los experimentos temáticos y narrativos rivalizan con la maestría en el arte de narrar cuentos a la manera tradicional, como se observa en la obra del escritor inglés Somerset Maugham. Discípulo de Maupassant, Maugham figura entre los escritores de cuentos más prolíficos y populares. La mayoría de los países cuentan al menos con un gran escritor de relatos en el siglo XX. Cabe mencionar a la escritora neozelandesa Katherine Mansfield, en cuyo personal estilo se deja sentir la influencia de Chéjov. El gran talento de Mansfield para captar y reflejar las ironías de la vida ha servido de estímulo a varias generaciones de escritores.

Estados Unidos

En ningún otro país el cuento ha cuajado tan ampliamente como en Estados Unidos. Entre los principales autores del siglo cabe citar a Mark Twain, Stephen Crane, Ernest Hemingway, William Faulkner, Isaac Asimov y Raymond Carver.

Otras Tradiciones

A lo largo del siglo XX se han escrito cuentos en todas las lenguas europeas, así como en las lenguas de Asia, Oriente Próximo y algunas lenguas africanas. Una lista que incluyera sólo a los principales exponentes del género resultaría ya excesivamente larga. Entre los más sugerentes y cautivadores cabe citar al escritor checo Franz Kafka. En sus relatos, la realidad se funde magistralmente con la fantasía, al tiempo que aborda temas siempre vigentes como la soledad humana, la ansiedad y la relación entre el arte y la vida.

La rica tradición yidis continúa influyendo en la literatura contemporánea. Destaca en este sentido la obra de los judíos centroeuropeos, entre los que cabe mencionar al escritor de origen polaco Isaac Bashevis Singer.

Los autores del África subsahariana, ya sean negros o blancos, comparten invariablemente la fusión de fantasía, realidad y compromiso político. Son de destacar en este ámbito los Cuentos africanos de Doris Lessing o los Cuentos escogidos de Nadine Gordimer.

Los cuentos asiáticos se mueven entre la fidelidad a la tradición y el experimentalismo contemporáneo. Los autores más conocidos en Occidente son el japonés Yukio Mishima y el indio Rabindranath Tagore.

El cuento en el ámbito hispano

El romanticismo, que da una nueva vida al elemento maravilloso como soporte fundamental del cuento, tiene su principal exponente en España en la figura de Gustavo Adolfo Bécquer. En la primera mitad del siglo XIX el género se desliza hacia el costumbrismo y adquiere plena carta de naturaleza en la literatura de la segunda mitad del siglo. Sobresale en este periodo la figura de Fernán Caballero, seguida de importantes cuentistas como Leopoldo Alas Clarín, Juan Valera y Emilia Pardo Bazán. A finales del XIX el cuento queda plenamente liberado de su significado primigenio y se sitúa en un plano semejante al de la novela, permaneciendo vivo en la obra de una serie de escritores que identifican el relato breve con la obra de sabor popular. Tras la Guerra Civil conoce un nuevo florecimiento con autores como Ignacio Aldecoa, Ana María Matute, Álvaro Cunqueiro o Juan García Hortelano, y en los últimos años Carlos Casares, Javier Marías, Cristina Fernández Cubas o Quim Monzó.

Aunque el cuento hispanoamericano nació a finales del siglo XIX con Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, la atención de la crítica se ha centrado principalmente en la nueva literatura latinoamericana, convertida acaso en el fenómeno literario más destacable y fecundo del siglo XX. El escritor argentino Jorge Luis Borges examina la condición humana de un modo que recuerda en cierto sentido a los mitos de Kafka, y su influencia en la literatura universal es comparable a la del escritor checo. En los cuentos de Borges, lo fantástico aparece siempre vinculado al juego mental, y sus elementos recurrentes son el tiempo, los espejos, los laberintos o los libros imaginarios. Entre sus principales libros de relatos cabe mencionar Historia universal de la infamia (1935), El jardín de los senderos que se bifurcan (1941), Ficciones (1944), El Aleph (1949) o El libro de arena (1975). El argentino Julio Cortázar, influido directamente por Poe y muy cercano al surrealismo francés, plantea en sus cuentos la existencia de dos espacios paralelos: el real y el sobrenatural. Sus principales libros de relatos son Bestiario (1951), Historias de cronopios y de famas (1962) y Octaedro (1974). Dentro de la tradición literaria argentina relacionada con la evolución del cuento, debe citarse a Horacio Quiroga, autor de un “Decálogo” en el que fija las pautas que ha de seguir un buen cuentista: brevedad, concisión, huida de lo ampuloso, ambigüedad, entre otras. En el panorama iberoamericano deben ser citados nombres como el de la brasileña Clarice Lispector, el colombiano Gabriel García Márquez, la chilena Isabel Allende, el uruguayo Juan Carlos Onetti o el mexicano Juan Rulfo. En la obra de este último lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico. Esta nueva concepción de lo literario se ha dado en llamar realismo mágico.

Cuento hispanoamericano

Cuento hispanoamericano, género narrativo cuya evolución en el continente muestra, al mismo tiempo, el influjo de las grandes corrientes literarias europeas y la capacidad para recrearlas, adaptarlas a las nuevas realidades estéticas y sociales, y finalmente superarlas en un esfuerzo de imaginación. Por todas estas circunstancias el cuento hispanoamericano es una de las manifestaciones literarias más notables en este siglo.

SIGLO XIX

Aunque las fantasías exóticas elaboradas, a comienzos del siglo XIX a partir de modelos europeos, por el cubano Heredia pueden invocarse como un antecedente, se considera que la primera expresión cuentística que refleja la realidad hispanoamericana de un modo original es El matadero, escrito por el romántico argentino Esteban Echeverría hacia 1839, y considerado una obra maestra del periodo. La obra permaneció inédita hasta 1871, cuando el crítico Juan María Gutiérrez la publicó en una revista de Buenos Aires; es decir, en una situación literaria y social completamente distinta, lo que permitía apreciar mejor sus valores permanentes. El relato es una síntesis notable de todas las formas narrativas de su tiempo y adelanta algunas de épocas posteriores: el artículo de costumbres, la leyenda romántica, la narración ejemplarizante, el realismo social, el naturalismo, y muchos más detalles. Nadie en ese periodo estuvo a su altura, pese a las esporádicas contribuciones del cubano Juan José Morillas, la argentina Juana Manuel Gorriti y el ecuatoriano Juan Montalvo. En el último tercio del siglo, los relatos con elementos fantásticos del mexicano José María Roa Bárcena y las irónicas tradiciones de Ricardo Palma agregan interesantes variaciones en el crepúsculo del romanticismo. Pero la expresión más original y moderna del cuento finisecular es la que brinda Eduardo Wilde, un autor que pertenece a la llamada generación de 1880 en Argentina, pero literariamente inclasificable por el carácter insólito de su imaginación.

Por el mismo periodo en que ese escritor empezaba a escribir, dos tendencias surgen con gran fuerza en el cuento: el realismo y el naturalismo, ambos de origen francés. El rasgo testimonial y crítico del primero y el determinismo cientifista y el pesimismo ideológico del segundo pueden encontrarse fusionados —a veces con rastros modernistas— en algunos de los grandes cuentistas alineados en estas tendencias: los uruguayos Eduardo Acevedo Díaz y Javier de Viana; los chilenos Federico Gana, Baldomero Lillo y Augusto D’Halmar; y los argentinos Roberto J. Payró y Fray Mocho.

El modernismo y las vanguardias

La fase modernista y posmodernista, que comienza en las últimas dos décadas del XIX, significan un profundo cambio en estos modelos cuentísticos: surge el relato artístico, refinado, sugerente, con anécdota mínima y brillantes ambientaciones, con símbolos sensuales y decadentes. Las variedades del cuento modernista son múltiples: la crónica-cuento de Manuel Gutiérrez Nájera, las brillantes parábolas y aguafuertes de Rubén Darío, las historias decadentistas de Manuel Díaz Rodríguez, y otros. Pero, sin duda, los dos grandes maestros asociados al posmodernismo son el argentino Leopoldo Lugones y el uruguayo Horacio Quiroga. Posteriores a ellos y vinculados en mayor o menor grado a las tendencias de vanguardia, aparecerán los argentinos Macedonio Fernández y Roberto Arlt, el guatemalteco Rafael Arévalo Martínez, el uruguayo Felisberto Hernández y el ecuatoriano Pablo Palacio. En la vertiente opuesta, neorrealista, criollista o indigenista, pueden mencionarse el peruano José María Arguedas, el uruguayo Enrique Amorim, el chileno Manuel Rojas y el puertorriqueño José Luis González.

Desde Jorge Luís Borges

A partir de la década de 1940 hay una notable renovación del género que escapa a las clasificaciones convencionales pues son una verdadera síntesis de formas estéticas muy diversas, que ya no tiene correspondencias europeas. La indiscutible gran figura es Jorge Luis Borges, creador de un mundo propio de fantásticas especulaciones basadas en fuentes metafísicas y teológicas. La madurez artística que el cuento hispanoamericano ha alcanzado a partir de 1950 queda ejemplificada en la obra de autores tan trascendentes como los argentinos Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar, los cubanos Alejo Carpentier y Virgilio Piñera, los guatemaltecos Miguel Ángel Asturias y Augusto Monterroso, el uruguayo Juan Carlos Onetti, los colombianos Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis, el peruano Julio Ramón Ribeyro, los mexicanos Juan Rulfo, Juan José Arreola, Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco, el uruguayo Mario Benedetti, los chilenos José Donoso y Jorge Edwards y la puertorriqueña Rosario Ferré.




domingo, 15 de agosto de 2010

Libro "Lo que trajo el Carcarañá"

Quería compartir con ustedes, la alegría que tuve al publicar mi segundo libro “Lo que trajo el Carcarañá” .
No es una tarea fácil, pero al final del camino cuando uno ve el sueño hecho realidad, comprende que el esfuerzo valió la pena.
Escribí lo que me salió del alma, le puse garra, sentimiento y corazón. También he retaceado tiempo a mi familia, los que por suerte me entienden y me acompañan en todo momento, porque sin el apoyo de ellos, sería imposible llegar a donde quiero. Y quiero llegar muy lejos, quiero traspasar las fronteras de mi pueblo, que todos sepan que aquí en Los Surgentes hay una mujer con ganas de triunfar, y emprender el largo camino al éxito.
Me he comprometido con lo que hago, porque el hecho de escribir y publicar no significa que no deba seguir aprendiendo todos los días.
Algunos de los cuentos, son como una iluminación fugaz, como los relámpagos: duran poco pero se ve todo en un instante, y otros un poco más largos, como la espera del amanecer y deseo que al leerlos sientan que esa espera valió la pena.
Ellos tienen el poder de provocar, sorprender y transformar al lector, y tengo la viva esperanza que ustedes se quedaran extasiados con la lectura.
Otra vez he puesto toda la carne en el asador, y anhelo que ustedes puedan disfrutar de cada cuento como el más exquisito manjar, degustarlo y saborear cada palabra. Que se vuelvan locos, experimenten y se pongan en la piel de los protagonistas; ellos, son los que invadirán sus mentes y los harán transitar por mundos paralelos entre la ficción y la realidad.
He lanzado la red al río y la he recogido llena de historias nuevas, ahora deseo que ustedes se beneficien con mi hallazgo; mi segundo libro “Lo que trajo el Carcarañá” para que lo disfruten de principio a fin.

Texto de contratapa

La segunda obra que la autora escribe, para deleite de ella y de los lectores que la siguen, quiénes han recibido en su ceno, el libro anterior con mucho entusiasmo. En esta obra, los cuentos son totalmente nuevos, frescos y actuales como ella ya, lo ha demostrado; que puede encerrar en una historia, hechos y personajes que el lector no puede dejar de vivenciar.

La autora ha lanzado la red al río Carcarañá y con mucha satisfacción la ha recogido llena ideas, que ha plasmado en cada hoja de este libro.

Ahora, deja de ser de ella para pasar a las manos del lector; quién es en definitiva el que evaluará el resultado final.

Cada historia es una aventura diferente, como el cause del río, que a veces se torna tranquilo y en otros corre con furia; como la pesca que se practica en él; las historias te sorprenden, ellas pueden ser un dorado o una mojarrita, pero el tamaño no hace la diferencia, porque todas son únicas y dan ganas de leerlas hasta el final.

Algunos se preguntarán: ¿Por qué ha elegido éste título? Y la respuesta es simple: uno de los cuentos; el más significativo para la autora da el nombre al libro, porque se inspiró en la figura de su hermano mayor, para armar el personaje masculino, cuyo apodo verdadero da nombre al cazador de la historia titulada: Lo que trajo el Carcarañá.